MI EXPERIENCIA EN NAVIDAD
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Buenas tardes mis queridos compañeros de esta maravillosa Comunidad de Alcohólicos Anónimos de la Revista Gratitud, mi nombre es Carlos L. y soy alcohólico, miembro de esta Comunidad mundial. Hago conciencia en el Grupo Central Puerto Ordaz, estado Bolívar, Venezuela.
Dándole las gracias a mi Poder Superior por estas 24 horas más de vida, de sobriedad y de seguir practicando, aplicando y disfrutando de este hermoso programa de 36 principios espirituales en todos mis asuntos, agradecido a ustedes que están allí siempre día a día ayudándome.
Mi experiencia con respecto a la Navidad, es que en el mes de Diciembre solía llegar a mi tierra natal ya que laboro a casi 900 kilómetros de distancia, en mi copa activa y luego de conducir por casi 20 horas sin parar, llegaba a mi destino y me iba directo a un sector que se conoce como complejo ferial y comenzaba a beber hasta casi perder el conocimiento, siendo guiado por mis amigos de crianza hasta mi casa y allí me recibía mi madre con mis hermanos bien borracho y al otro día la rabia de mis familiares recriminándome ese comportamiento que si viajaba a casa y era primero la bebida que nuestra madre, así me la pasaba toda la temporada en unas supuestas vacaciones decembrinas, yo ni cuenta me daba cuando armaban los adornos, pesebre y arbolito de Navidad, ya que estaba bien borracho, pero era tanto el amor que mi familia me tiene que aguantaban toda esa serie de borracheras.
En un mes de Octubre me declaro alcohólico
y al llegar Diciembre mi familia estaba en esa preocupación constante por mi comportamiento; es el caso que se presentaron a mi casa materna varios amigos de crianza y cada uno cargado con sus bebidas alcohólicas de su preferencia y me las daban a mí, yo aún inexperto les serví los tragos pero al mío solo refresco disfrazado, mi madre estaba en la sala y veía cuando yo entraba y salía con los tragos de los amigos, así pasó el tiempo y en la madrugada me dijo mi madre ven acá, yo me le acerqué y ella me pidió el vaso que tenía y lo probó dándose cuenta que era refresco, me dejó continuar y ya a altas horas de la madrugada mi madre aún continuaba despierta y en la sala, volvió a decirme ven acá y yo me le acerqué de nuevo y me dijo sopla tu aliento en mi nariz, yo le dije mamá pero como así, que no tenía que hacer eso y me dijo que le soplara, por lo que lo hice y se percató que en realidad no tenía aliento etílico, se sonrió, me miró, me abrazó y se fue a dormir, ya mis amigos estaban bastante ebrios, incluso uno estaba dormido cayéndose de la pea, lo tomé, lo alcé y lo lleve a su casa, conduciendo su vehículo, los demás se marcharon.
Transcurren mis días de permiso, mientras armamos el pesebre, el arbolito, pintamos la casa, hicimos las hallacas y demás costumbres andinas, vi como disfrutaba mi familia sin verme beber, volvió la confianza hacia mí y les hice pasar las mejores navidades a mi familia en sobriedad; ya hoy por hoy mi madre no está en este plano terrenal pero sus deseos y costumbres las hago dónde quiera que estoy y revivo esos hermosos recuerdos de los últimos años que le di a mi madre la sobriedad que me regaló mi Poder Superior, gracias a ustedes me encuentro dentro de este programa de A.A., buscando mi mejor versión, con mucha coherencia, en lo que pienso, hablo y hago, es la manera en que me mantengo sobrio, sereno, útil, próspero, feliz y por estas 24 horas no tomaré esa primera copa de alcohol que tanto daño me hace